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jueves, 22 de febrero de 2018

Kaposvár: Rutina


Hola de nuevo a todos:

Dos semanas más de proyecto, y ya van 6 desde que volvimos después de Navidad.  Dentro de nada será julio de nuevo y tocará regresar a España.

Esta quincena ha sido (gracias a Dios) más tranquilita que las anteriores. También iba tocando. Y es que cada vez me doy más cuenta de lo importante que es para mí tener una rutina estable. Así que este post será casi aburrido (aunque no del todo, que sigo siendo yo quien escribe jajajaja).

Esta no os la pude poner la última vez. Soy yo disfrazado de Elvis en la media maratón. Dios mío, que culo he echado ultimamente

Se me olvidaba. Un viernes estuvimos también en la casa de Szilvi, profesora de francés en el instituto Munkacsy, cenando todos los miembros de la francofonía para despedir a Manon, que se nos fue ya.

La primera semana se resbaló poquito a poco sin nada a destacar. De hecho, el sábado fue para mí una alegría porque por primera vez en varias semanas me pude dedicar a cocinar con tranquilidad, como a mí me gusta, y a limpiar el piso. Si es que hasta me emocioné al poder escuchar otra vez Salud al Día mientras cortaba las cebollas (¿o serían las cebollas las que me emocionaron?). Además estaban pasando una cuña informativa de San Fernando y de Camarón, así que casi, casi me pude sentir como en casa.

En esto que me pongo después a escuchar algo de música, y cuando me salta en la lista de reproducción Ver Elini Estanbul, una de las canciones turcas que le escuchaba a Yunus, sale Tugce (mi nueva compañera de piso) de su  habitación, extrañadísima de escucharme música en su lengua. Y escuchando música de un lado, de otro lado, nos líamos, nos líamos, y acabamos bailando sevillanas jajajaja; pero de las lentas, de las muuu lentas. Lo de cante jondo se queda corto. Promocionando de paso mi taller de sevillanas que empecé también la semana pasada. Murat y Enrico ya me estaban mirando de reojo así que después de un rato lo tuvimos que dejar, que ya me estaba oliendo contraataque con Queen, Direct Straits o Eagles al guitelele de Enrico (Sí, guitelele: mitad guitarra, mitad ukelele. El djin y el djan unificados en un instrumento musical, oigan).

De todas formas la venganza hubiera sido corta porque esa noche salía con Marcela (México) y Zsofi (Hungría) a tener un poquito de velada intercultural fuera de la burbujita de Compass en la que vivo. Lo cual me recuerda que sigo teniendo una tableta de turrón para ellas que va camino de pasar por un proceso de nacionalización como se me siga olvidando. El domingo tocaba volver al rebaño, porque nos íbamos todos de excursión a Mohács, un pueblo en la frontera con Croacia con un carnaval bastante famoso.

Carnaval en Mohács. El monstruo de la derecha es un Busó (a pronunciar bushoo). Todo Mohács estaba lleno de ellos.

Esta última semana empecé con el taller de sevillanas que comentaba antes (7 alumnas y 1 alumno, y subiendo. La oficina de Compass se nos está quedando, como diría Zsofi, dangerosamente pequeña. Cada vez que le escucho decir el palabro, un académico de la RAE llora). Si la cosa triunfa, me plantearé hacerle la competencia a las escuelas japonesas XD. Con un poco de suerte conseguiré enseñarles la coreografía completa y bailarla en alguna parte. Tengo un instituto en mente que me viene que ni pintado.

Predicando por tierras húngaras

También la semana pasada mi hermano se fue ya a Brasil. ¿Conseguiré convencerle para que escriba él su propio blog? Estoy seguro de que mis aventuras se quedan cortas al lado de todas las que está pasando él en estos días. Y es que una instalación en un país diferente siempre es algo lleno de historias para contar. Lástima que cuando llega la hora del regreso siempre se nos olvidan todos esos pequeños cuentos y anécdotas que son los que dan verdadero sentido al viaje. Creo que por eso me viene tan bien escribir estos posts. En cuanto vuelva a España los imprimo, palabra.

Y por lo demás, continuo con mi emperramiento de aprender a hablar húngaro y robarles el primer puesto en esto de la poliglotía a mis amigos Amine y Yasmine. El martes, aprovechando que Marianna, la profesora de francés, me había invitado a ir con ella y tres alumnas a una competición de música, teatro y poesía en francés, conseguí empezar a formar mis primeras frases de verdad en húngaro. ¡Conjugando verbos! Y el sábado estuve desayunando con Alíz y su familia, así que más muescas para mi empuñadura. La gente por aquí me dicen que hablo bien húngaro; yo sigo esperando el momento en que puedan decirlo sin necesidad de repetírmelo dos veces.

Y ahí lo dejamos por el momento. Hasta dentro de otros quince días ;)

Bésame, bésame mucho. Como si fuera esta noche la última vez.
Visto el caso que me hacen las féminas últimamente, he decidido ampliar el espectro.
Ya sé que pensáis que nuestro amor es imposible, pero no me importa. El color del pelaje no importa.

Ayer estuve en el Mother Shelter (Hogar para madres). Cuando nos tocó la hora de irnos, una de las niñas se me abrazó a la pierna. Nos pasamos cinco minutos y acabé rodando por el suelo con ella hasta conseguí que me soltara. Creo que se me está activando eso del reloj biológico.

1 comentario:

  1. Alvaro no sabes que alegría más grande me dá verte tan bien. Ya sabes en la Feria de Málaga (que es en Agosto) no vamos los dos a bailar sevillanas. Ole tu.

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